martes, 25 de septiembre de 2007

El metro sin conductor

Quién conduce el metro de Copenhaguen?

Como ya te comenté Papá, el metro no necesita de nadie que lo guíe. Aquí les enseñan a caminar solos, no como en Madrid. En nuestra capital es habitual que un hombre, que suele llevar la cabeza apoyada en la palma de su mano, dirija este vehículo subterráneo; pobres, sin nadie con quién hablar, sin paisajes que contemplar. Necesitamos estos vagones, no andan, susurran, y sentarse delante de todo me recuerda a esos túneles de los parque de atracciones que tanto me impresionaban cuando todavía algunos de mis dientes se balanceaban esperando la llegada de los siguientes.
La foto del túnel -no es rojo, simplemente me he tomado la licencia de hacer trampas informáticas- la tomé desde el asiento de delante, el primero de todos, casi con la cara en el cristal. La otra también ha sido presa de trucos informáticos, en ella se percibe con mayor claridad cómo en Copenhagen se puede disfrutar de una atracción de feria cada vez que se coge el metro; mira esa pareja de daneses qué bien se lo pasan, no como en Madrid dónde tienes que conformarte mirándole la cara al de en frente; si es chica, y guapa, el túnel puede esperar.
Cabe decir que la primera vez me impresionó enérgicamente. No cabía en mí, de hecho, tras un rato -después de 10 minutos con la nariz de mi cámara pegada al cristal- me di la vuelta y me percaté de que los pasajeros que iban a mi alrededor, más bien sus gestos, decían: "pobre chico, es que debe ser de pueblo"; porque aquí en Dinamarca también debe haber pueblos, y gente que los habite, y entre pueblos ya se sabe, no hay secretos.
Se puede meter también la bicicleta en el metro, y ahora que hablo de bicis me acuerdo de un amigo alemán, más bien de lo que me dijo hace un par de días, "no tener bici en Copenhahgen es como ir en pelotas por la calle" -esto es traducción libre de autor-. Este simpático aunque pragmático teutón está sin duda en lo cierto, la ciudad es completamente llana, de hecho todo el país lo es, y andar en bici es un placer, con tu carril y tus semáforos sólo para bicicletas...
En el metro pues... hacemos trampa. Nos lo recomendaron todos los españoles que han estado aquí: "no paguéis, no paguéis, no hace falta", y sino hace falta pues para qué gastar dinero tontamente. Como ocurre en Madrid aquí te puedes sacar un ticket diario, otro semanal, mensual, anual y no sé, hasta duodecimal si quieres; pero es bastante caro. El tema es que hay unas tarjetas -llamadas CPH cards, mayormente para turistas- que valen para metro, bus, tren y museos -incluso Tivoli-. Estas tarjetas son válidas durante 24 horas, después -supuestamente- no valen más que para ocupar sitio en la cartera.
Sin embargo, curiosamente, el día, el mes y el año -en estas Cph cards para turistas- se escriben con rotulador. Todos conocemos el maravilloso poder borrador de tinta que reside en el alcohol. Es cojonudo, cambiamos la fecha a diario y a tirar millas. Tienen dos colores o tipos de CPH cards al año, la que yo uso ahora -que era de Gonzalo, el chico que estaba aquí- es violeta, y funciona hasta abril, luego cambia de color y hay que comprar otra, pero bueno, te compras dos al año y a vivir. Estarás pensando que existe el riesgo de que te pillen, lo sé. Yo también pensaba en ese riesgo, pero lo cierto es que me la han pedido como 5 veces ya, diferentes días, diferentes transportes, y hasta me dan las gracias. Además valen como cerca de 60 euros, imáginate comprar una al día, ni hablar. Es muy extraño lo de que el día lo escriban a rotulador, con la de avances de los que disfrutamos hoy; creo que no conciben el hecho de no acatar las leyes.
Pues bueno, por hoy esto es todo en cuanto a información sobre el metro de Copenhagen, escribiría más, pero es tarde y me duele la espalda, y los ojos. Besos y abrazos... y mi más sincero apoyo a los conductores del metro de Madrid.

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