lunes, 8 de octubre de 2007

En el cementerio




Desde pequeño me han gustado los cementerios, ya saben, ese olor a paz que se respira. Alguien ha replicado alguna vez cierta morbosidad en ello, aunque para mí se trata simplemente de un lugar al que me gusta ir . Al poco de llegar a Copenhagen escuché que Kierkegaard estaba enterrado en uno situado tan solo a 10 minutos de mi casa. Lo tenía claro, pronto iría a visitarlo.
Fue sobrecogedor, no solo por visitar a Kierkegaard y brindarle mi gesto más amable, sino porque los cementerios en Copenahgen son extraordinarios, bellísimos. Una especie de jardines botánicos bañados de mil colores; las tumbas están mimetizadas entre la vegetación, difícil percatarse de su presencia ya que son simplemente un elemento más de un jardín donde Armonía domina las sensaciones.Ahora, a diario, cuando brilla el sol, me acerco al cementerio a ver a los niños jugar, a los enamorados besarse y a los ancianos, que parecen estar escogiendo meticulosos el lugar en el que descansarán el resto de sus vidas.

1 comentario:

AZOR dijo...

Realmente, eres muy bueno!!

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